Es indudable que el del narcotráfico es uno de los problemas más serios que deberá enfrentar el país en 2012. El tráfico de drogas deja un rastro de delincuencia, muerte y consumo. Y tiene, además, otra vertiente.
Este otro aspecto viene generado por el alto número de miembros de los cuerpos policiales y del orden que están supuestos a combatir el narcotráfico.
Es de rigor preguntarse si basta con dar de baja deshonrosamente a un miembro involucrado en este delito. La ciudadanía, lo ha dejado ya claro por varias vías, desconfía de la Policía y del Ejército, alertada por las continuas informaciones que colocan a los que están llamados a hacer guardar la Ley, del lado de los delincuentes. Quizá ya es momento de los altos mandos den señales públicas de que están dispuestos a acometer una profunda regeneración y reestructuración de sus organizaciones.
Si la ciudadanía no confía en los cuerpos de orden público, al Estado le falta una parte importante de su equilibrio.
De Diario Libre
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